Dos veces al año

 La vida da oportunidades continuamente y a mí, además de las normales, me da dos veces al año, cuando participo como monitor a los talleres del programa paciente activo, unas cuantas oportunidades “extra”.

Dos veces al año durante unas semanas tengo la oportunidad de encontrarme con personas que desconozco (y que posiblemente no hubiese conocido) con las que comparto un factor común e importante en nuestras vidas: la diabetes; sobre la que compartimos experiencias para mejorar la calidad de nuestra vida cotidiana. Ser formador me regala conocer a todas esas personas que me ayudan a crecer.

Dos veces al año tengo la posibilidad de recordar y compartir con otros qué es lo importante de verdad en mi vida, y qué puedo hacer para que la amiga diabetes no me impida ni me limite poder vivir lo más plenamente posible las cosas y actividades que le dan sentido a mi día a día.

Dos veces al año puedo valorar con otros dónde estoy, dónde quiero estar, qué puedo hacer para llegar allí y qué tengo que poner en juego para que mi diabetes no se convierta en un obstáculo insalvable.

Dos veces al año puedo aprender con otros (y de otros) nuevas cosas, recursos, herramientas y habilidades para convivir con mi diabetes sin que sea ella quien tome el control de mi vida.

Dos veces al año aprendo a alcanzar y a hacer realidad lo que me propongo para vivir mi vida como yo quiero, contando con la ayuda de otros que también lo hacen o intentan hacerlo.

Dos veces al año recuerdo que cuando los hábitos que he ido desarrollando para el buen control de mi salud y mi vida flojean o se me han quedado olvidados en medio del día a día, puedo retomarlos y volver a ellos Si ya fui capaz de hacerlo antes también puedo recuperarlo ahora.

Dos veces al año puedo hablar de mi diabetes y compartirla con otros sin que ella sea la protagonista absoluta de mi vida, que sigue estando en mis manos.

Dos veces al año durante seis semanas comparto la vida con otros diabéticos sin que aquello sea una reunión de enfermos que sólo se cuentan desgracias, miedos y limitaciones. Durante esas semanas, dos veces al año, somos, para intentar seguir siéndolo siempre, personas que aprenden a vivir sus vidas plenamente; sabiendo que nuestra limitación, por muy crónica que sea, no es el centro de nuestra vida y no podemos dejar que lo sea.

Juan Carlos Mendizabal

2 responses

  1. Ya sabes José, es «amiga», entre comillas. ¿No te ha ocurrido nunca que te surge alguien que, sin tú quererlo, decide hacerse tu amigo para siempre? Tienen dos características comunes con la «amiga» diabetes: son un coñazo y no se los quita uno de encima ni con agua caliente.

    Me gusta

  2. Me encanta todo salvo eso de llamar amiga a la puta diabetes. Para mi no es más que ese puto parásito que se ha pegado a mi piel y que nunca voy a poder arrancar. Y el grandísimo cabrón no se limita a alimentarse de mi sangre. Condiciona mi vida y la limita. Al menos lo intenta con una tenacidad que sólo he visto en los grandes líderes (y las grandes líderes). De amiga nada, que mis amigos me eligen y les elijo!!!

    Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: