¿Estamos dispuestos a hacer lo que debemos hacer?
Reproduzco aquí, con alguna licencia, una conversación a la que asistí hace un par de años:
- Hace tiempo trabajé en un hospital que sufría, como tantos otros, altísimos índices de inasistencia a consultas programadas. Rondaba el 16% y generaba tantos problemas que decidimos actuar. Comenzamos a llamar dos días antes a todos y cada uno de los pacientes citados y, para nuestra sorpresa, sólo conseguimos reducir ese porcentaje en dos puntos. 14 de cada 100 seguían sin acudir y sin avisar a pesar del recordatorio.
- Nosotros, ante idéntico problema comenzamos a evaluar, en voz bajita, la repercusión que tendría introducir un copago, aunque fuera simbólico, para propiciar que el paciente sea algo más responsable, que no acuda al hospital o centro de salud como si el sistema sanitario fuera suyo y sólo suyo, obviando que hay otras personas que necesitan de él. Detrás de actitudes así hay grandes dosis de egoísmo, de ese yo mi me conmigo que entre todos estamos extendiendo. Pero ¡a ver quién es el guapo que lanza un mensaje así a la opinión pública! La huida de votantes sería dramática…
- Sí, también nosotros pensamos que parte del problema era la gratuidad del sistema sin condiciones, pero esa falta de compromiso de la gente también es palpable cuando se trata de servicios de pago. Yo mismo hice un curso para el autocuidado y la mitad de quienes lo comenzaron no lo acabó, y era bueno y caro!!! Pienso que también hay que contemplar la posibilidad de que detrás de actitudes así haya mucho miedo al diagnóstico y esa obsesión tan humana de acomodarse a las limitaciones provocadas por un determinado vicio en lugar de enfrentarse y acabar con él.
- Cierto. Aún recuerdo de forma nítida aquellas gárgaras, aquellos largos tragos de agua con los que comenzaba la mañana. No tenía sed, sólo abría hueco para que pasase sin dolor el humo del primer cigarrillo del día. Por suerte despés dejé de fumar… eso sí, lo conseguí gracias a que no podía hacerlo en ningún lugar. Estaba prohibido. Que fuera bueno o malo para mi es algo que ni consideré. De hecho, cuando algo me duele voy al médico a que me de una solución, vamos, que ponga él el remedio y no yo.
- Yo creo que hace falta más educación, más compromiso de todos con la prevención. Se nos llena la boca hablando de educación para la salud, de que es más importante estar sano que tener mucho dinero, pero seguimos sin invertir lo suficiente en ello. Unos más, otros menos, todos vivimos amarrados a lo inmediato: rendimiento ya, satisfacción instantánea… Al fin y al cabo ¿no es cierto que lo único que podemos vivir es el presente?
- ¡Cuántas veces hemos hablado de esto en el partido! Pero la política es cada vez más el ejercicio percisamente de lo inmediato. No sé si somos nosotros los culpables o es la propia gente la que nos lleva a actuar así por estar sólo interesada en el resultado rápido. La gente prefiere quedarse con una posible cura a su enfermedad, aunque sea improbable, que apostar por el autocuidado, por el manejo de su propia vida, por la responsabilidad. La ley del mínimo esfuerzo. Por eso reacciona mal cuando alguien le enfrenta a sus miserias, cuando le recuerda que el éxito viene de la mano del esfuerzo. Fíjate, hasta quienes ganan dinero a la lotería… la mayoría ha tenido que jugar muchas muchas veces.
- Claro que nosotros tampoco nos libramos. Al fin y al cabo hacemos lo mismo que esos pacientes de los que hablamos. Tenemos miedo al diagnóstico, queremos creer que sin él vamos a estar más sanos, que ir al médico es el comienzo del fin. Queremos resultados rápidos, ese voto con el que después haremos casi casi lo que nos de la gana, y por eso prometemos y mentimos. Nos engañamos y engañamos. A mi esto me recuerda al final de aquel temazo de Les Luthiers, cuando Don Rodrigo Diáz de Carreras decía ante el cuerpo escultural de una bella indígena: “ya vendrá otra gente a conquistar las Indias, yo me quedo aquí a conquistar mi negra”.
Días después de esta charla, ambos líderes políticos y representantes públicos se acusaban mutuamente de no velar por los legítimos intereses de sus representados. Es parte del juego, es también causa de cierta irresponsabilidad. Pero ¿qué hacer para solucionar el problema? Creo que lo único a tu alcance es hacer bien lo que puedes hacer bien, lo que depende de ti. Tal vez arrastres a alguien contigo, tal vez alguien te siga o siga tu ejemplo.
Me viene a la cabeza otra cita de Rubén Blades: “ten cuidado, no te embarres con tanta mediocridad… si tú no usas la cabeza otro por ti la va a usar”. Lo que está en juego es tu salud y en tu mano está cuidarla. El sistema te ofrece su mano, invierte en ti pero tú eres quien decide cuidarse o no, permanencer en movimiento o quieto, tomar los medicamentos prescritos o no, alimentarte bien o mal…
Y termino con otra cita, esta de un tal John Burroughs. Sostiene que “una persona se puede equivocar muchas veces, pero no se convierte en un fracaso hasta que empieza a culpar a otros de sus propios errores”. Yo muchas veces me equivoco y otras fracaso…
Jose Blanco