Me gustaría compartir con vosotros otros tipos de cronicidad. Cada día me preocupan más ciertos aspectos de la salud de los que aun no hemos tratado en este blog.
Hoy quiero hablar del dolor. El dolor es un problema grave de salud en todo el mundo.
La OMS define como salud “completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o falta de enfermedad”. Y esta definición data de los años cuarenta y no ha sido modificada desde 1948.
Muy lejos queda la definición de ausencia de enfermedad.
El dolor por sí mismo podría considerarse una enfermedad. Todos tenemos la experiencia de dolor. Un dolor de cabeza o de estomago nos amarga la existencia. Nos deja indefensos y reduce considerablemente nuestra calidad de vida. Es tan importante su ausencia en nuestra vida que ya tiene la consideración de quinta constante, añadiéndolo a la fiebre, la tensión arterial, la frecuencia cardiaca y la frecuencia respiratoria. Y me pregunto, si todos estos síntomas se tratan cuando están fuera de la normalidad,¿ por qué tiene distinta consideración el dolor?
Un referente mundial sobre este tema es la Declaración del Colegio de Anestesistas de Australia y Nueva Zelanda que considera el alivio del dolor como un derecho humano y dice que el paciente tiene:
1-Derecho a ser creído 2– Derecho a una evaluación y tratamiento adecuado. 3-Derecho a ser tratados por profesionales sanitarios con la debida formación y experiencia. 4– Derecho a unas estrategias eficaces para el control del dolor 5-Derecho a recibir formación sobre las alternativas existentes para un tratamiento eficaz del dolor en cada caso particular 6– Derecho a una planificación adecuada para el alivio del dolor después de recibir el alta de los cuidados inmediatos.
En España se crea la primera Unidad Terapéutica del Dolor en 1973.
Podríamos definir el dolor como una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con una lesión presente o potencial. Por lo tanto es un proceso subjetivo y complicado.
Existen escalas para valorar el dolor: una escala visual numerada de 0 a 10, donde 0 es ningún dolor y 10 dolor máximo. Para pacientes deteriorados, demenciados o niños, existe una escala especial con caritas.
Como vemos el dolor es una experiencia complicada y subjetiva. Lo que a mí me parece un dolor insoportable para otros puede ser mucho menos.
Todos tenemos también la experiencia propia o de alguien cercano que sufre o ha sufrido dolor. También sabemos de las dificultades que supone el vivir con dolor o con alguien que lo padece. Sabemos de la incomprensión, del cansancio, de la incomodidad, del sufrimiento sicológico para quien lo sufre físicamente y para los que le rodean. Al ser una experiencia subjetiva tiene mucho de nuestra propia vivencia.
Recuerdo hace mucho tiempo durante un proceso traumatológico largo, que mi médico me decía,” tú estas deprimida”..Claro, nadie vive con dolor sin sentir tristeza y si tienes un bebé al que no puedes coger, evidentemente te sientes triste e impotente. El dolor te impide hacer tu vida normal. Y eso nos causa un dolor emocional que nos deja sin fuerzas y que se añade al dolor físico aumentándolo en una medida muy importante.
Podemos diferenciar el dolor agudo del dolor crónico.
Nadie se cuestiona el dolor agudo. Siempre se debe a causas que se resuelven en un tiempo más o menos largo pero acaba desapareciendo. Hay que tratarlo evidentemente pero es mucho menos complejo que el crónico por el hecho simple de que se pasa cuando desaparece la causa que lo provoca.
El gran problema está en el dolor crónico
¿Qué podemos hacer en esta situación?
Lo primero, acudir al médico. Ellos pueden poner tratamientos que nos quiten el dolor. Todos tenemos mucho miedo a estos tratamientos. Hay muchos mitos respecto a ellos. Que si suben la tensión, que si tienen muchas contraindicaciones (los prospectos- sabana no ayudan y avalan nuestra idea de las contraindicaciones), que si tienen muchos efectos secundarios, que si crean adicción.. y yo me pregunto qué es mejor, ¿ vivir con dolor o el miedo a todo esto?.
Estos tratamientos no tienen límite. Cada vez hay más medicamentos para quitar el dolor y la unión de varios de ellos puede obrar milagros. Es muy difícil hacerse adicto a ciertas medicaciones y cuanto mayor es el dolor, menor grado de adicción producen.
Técnicas de relajación. Si el dolor tiene un componente emocional importante cuanto más relajados nos encontremos, menos dolor tendremos. Y ya sé que es muy difícil relajarse cuando sufrimos dolor, pero lo poco que hagamos nos va a beneficiar muchísimo. Visualizaciones de lugares agradables o situaciones en las que hemos sido felices. Respiración abdominal que nos permite en segundos sentir como nuestros músculos se descontraen.
Si nuestro estado lo permite, salir de casa y pasear. Al salir hacemos algo de ejercicio que nos va a sentar muy bien y tenemos la posibilidad de relacionarnos con gente y olvidar la situación desagradable que estamos viviendo. Al menos durante un rato no estaremos pendientes del dolor.
No olvidar los hobbies, leer, hacer manualidades, pintar hacer punto o ganchillo, ver la tele, son actividades que nos mantienen la atención centrada en lo que hacemos y nos alejan del dolor.
No encerrarnos en nosotros y nuestras vivencias. Llamar y hablar con los amigos. Pedir que nos acompañen un rato si no podemos salir. Seguro que están encantados de poder ayudar y de acudir a nuestro domicilio a pasar un rato con nosotros. Y si no se lo decimos es posible que no se atrevan a llamarnos o a acompañarnos pensando que pueden molestar.
Y volver al médico si no obtenemos el alivio esperado. Hay unidades específicas de dolor a las que nos pueden mandar.
Y si quien sufre el dolor es alguien cercano a nosotros. ¿Qué podemos hacer para ayudar?
Lo principal, no minimizar su dolor. Hacer caso de lo que nos dicen. Creer lo que nos cuentan. Nada es más horroroso que el que alguien te diga..mira que no será para tanto, ya verás como se pasa, pero hombre todavía te duele?..NUNCA pongamos en duda su dolor.
Todos sabemos lo incómodo que es vivir con alguien que sufre un dolor crónico. Pero mucho más difícil es vivir con dolor. Acompañar a veces es suficiente. Y cuidarnos a nosotros necesario para que nuestra compañía sea efectiva. Evadirnos para poder ayudar. Nos necesitan enteros, psicológicamente fuertes.
Que más decir. A vosotros pacientes que vivís con dolor, ánimo para seguir viviendo. A los familiares que los acompañáis, paciencia y comprensión. A vosotros médicos que los tratáis, daros las gracias por no caer en lo que algunos autores llaman la ética del infratratamiento. El enfermo tiene derecho a ser aliviado de su dolor. El médico tiene el deber de aliviar al enfermo, no como una cuestión opcional sino como un imperativo ético.
Magdalena Vázquez