Desde el pasado dia 24 de Mayo y hasta mañana día 31 de se viene desarrollando la Semana sin Humo. El jueves pasado publicamos una entrada en el blog hablando del tema. Tiene el asunto tanta relevancia que en esta ocasión no se le dedica un día si no que toda una semana y por eso queremos hoy incidir en el tema.
El tabaco es el factor evitable que más muertes causa en la población. Sus efectos nocivos tienen que ver con ser causa de enfermedades respiratorias crónicas como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y por ser factor de riesgo importante y comprobado para las enfermedades cardiovasculares (infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares, obstrucción de la circulación sanguínea por obstrucción de las arterias., etc) y para distintos, muchos, tipos de cáncer: pulmón, estómago, laringe, vejiga, boca,…
No parece que sea la falta de información acerca de los efectos perjudiciales de fumar el elemento fundamental en el mantenimiento del hábito. Resulta curioso en ocasiones observar a personas con una alimentación saludable, practicantes de ejercicio físico de modo regular, y comprometidas con un estilo de vida sano para ellos y para las personas de su entorno y que fuman. Para el tabaco siempre hay alguna excusa: «el único vicio que tengo», «lo que yo hago no se puede llamar fumar porque fumo muy poco», «no vamos a ser perfectos en todo», etc….
Con el tabaco, como con otros factores de riesgo, pasa que uno o una piensa que no le va a tocar, que es algo que les pasa a los demás, o se piensa que se exagera, que no será para tanto, que, al fin y al cabo, no será tan malo cuando lo permiten, y que en definitiva, la percepción de la salud propia es en general buena a pesar del tabaco. Y sin embargo, si uno se plantea qué probabilidad tiene de que el tabaco contribuya a su muerte a través de una de las muchas enfermedades en las que está implicado, sólo tiene que lanzar una moneda al aire: si sale cara, se librará, si sale cruz, no.
El daño que provoca el tabaco en nuestro organismo es lento, progresivo y silencioso. Es posible que esas tres características sean la causa de que cueste tanto tener conciencia del daño que provocan. Pero también es inexorable. Todo ello mientras se fuma. Porque desde el minuto uno en el que se decide dejar atrás la vida de fumador, el marcador empieza a ponerse en positivo, y se necesitará lanzar muchas más veces la moneda para que salga cruz. Merece la pena dedicarle un momento a pensar si se quiere seguir fumando.
Iñaki Etxebarria