Hemos terminado hace poco, y después de ocho semanas, uno de los talleres «Cuidando activamente mi salud» que el programa imparte a lo largo del año. Inevitablemente uno hace balance cuando se termina. Hace uno una valoración más oficial y simultáneamente va haciendo la personal.
Dedicar dos horas a la semana durante dos meses a acudir a un curso donde inicialmente tampoco tienes muy claro en qué consiste es un compromiso que hay que agradecer siempre. Cuando dos personas aplazan su cita con un médico especialista porque les coincidía con el taller y priorizan venir a éste, piensas que algo va bien.
Me gusta, creo haberlo dicho en alguna otra ocasión, que las cosas importantes y los hallazgos sorprendentes no caigan en la atonía de la cotidianidad. Por eso quiero aprovechar hoy para volver a poner el acento en dos aspectos de los que uno se da cuenta una y otra vez y que no hay que dejar de celebrar.
Al principio siempre hay una amalgama de expectativas, deseos y actitudes entre los y las asistentes al taller. Los que van a hablar de sus experiencias, los que van a aprender, los que no saben a que van, los que van temerosos, los que son más extrovertidos, etc…Seria difícil diseccionar cual es el proceso pero con el tiempo todos nos acompasamos. Y termina el grupo en algo parecido a eso que se llama aprendizaje colaborativo. Va surgiendo el interés de unos por otros, las preguntas pasan de lo genérico a aspectos más concretos y de la sorpresa a la curiosidad. Hay quien encuentra consuelo, información o ánimo en lo que otra dice, y se establecen, sutilmente, conexiones que generan un sentimiento latente de empatía.
Me gusta que la gente salga reforzada en su autoestima como enfermos. Vienen a aprender pero también enseñan lo mucho que saben. Tendríamos que plantearnos en algún momento si la «música» que resuena en los sistemas sanitarios no está compuesta por demasiados «tienes que..», «deberías….», y algunos otros mensajes «culpabilizadores». En ocasiones, si la tonada fuera algo así como «con lo que tu sabes de como afecta tu enfermedad a tu vida y lo que yo puedo aportarte desde mi conocimiento científico, seguro que conseguiremos llevar ésto a buen puerto», da la sensación de que todo iría mejor y sería más gratificante.
Empatía, conocimiento y acompañamiento. Algo parecido al jazz. que partiendo de una sólida base musical, con profundos conocimientos, permite cierto nivel de improvisación, y un fraseo y sonido que refleja la personalidad de cada músico ejecutante.
Con jazz os dejo. Aunque la canción solo tenga relación con este post por haber sonado de fondo mientras se escribía. O quizás tenga alguna conexión más….
Iñaki Etxebarria
Así de sencillo Iñaki,empatia,comocimiento y acompañamiento que si ya va acompasado de buena música hasta lo podemos degustar como ub fantástico soufflé.
Pero para todo esto hay que trabajarselo un poquito de continuo.
Muchas gracias por tu colaboración.
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Buenos dias
Iñaki estoy seguro de que en los talleres de personas crónicas cada día aprendo y recibo más entusiasmo ,creatividad y sobre todo muchos más ánimos para continuar siendo en cada momento más POSITIVO delo que yo aporto con mi corta esperiencia
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