Soledad en la ancianidad

Soledad en la ancianidad

Bego Belarra

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Hace unos días, por diferentes circunstancias tuve la oportunidad de dialogar y reflexionar sobre el tema de la soledad en la tercera edad.

¿Creéis que influye en el bienestar de una persona vivir sola o acompañada?

¿Resulta beneficiosa la soledad en la senectud?

¿Cómo repercute la muerte del cónyuge?

¿Creéis que las nuevas tecnologías son de ayuda frente a la soledad?

¿Qué ventajas ofrecen las residencias frente a la vida en el domicilio habitual o familiar?

¿Funcionan los nuevos modelos de vivienda y convivencia?

Os explicaré mi opinión sobre este tema. No creo que haya respuestas absolutas. Mientras la persona sea autónoma, habrá casos concretos en los que determinadas personas se sientan bien estando solas, pero creo que no se trata de la mayoría. Creo que el nivel cultural y económico influye directamente, pero aún así opino que la mayor parte de las personas prefiere envejecer y morir acompañada.

Opino que la soledad no elegida, influye directamente en el bienestar. Siento que esto pasa en cualquier edad de la vida, pero especialmente en el último trayecto de esta. Seguro que en vuestro entorno conocéis casos de parejas de edad avanzada, que mueren con poco tiempo de diferencia, dando la sensación de que no tenían motivación alguna para seguir viviendo tras la pérdida del cónyuge, o puede que simplemente sea fruto de un ciclo vital paralelo. El nivel de actividad física y mental aumenta en compañía, siempre parece que da menos pereza un paseo acompañado. Soy consciente de que estando sola no discutes con nadie, pero hablar o discutir lo veo beneficioso incluso hasta para mantener la mente activa. Además estarían las muestras de cariño, necesarias a mi entender, y que creo más improbables en soledad. Creo que nuestros abuelos agradecen enormemente los abrazos de sus hijos y nietos. Hay personas mayores muy activas, tanto física como intelectualmente, personas que utilizan las nuevas tecnologías como medio de comunicación con sus familiares y amigos, pero desafortunadamente son los menos.

Se me plantean las siguientes preguntas: ¿Creéis que es complicado mantener a nuestros mayores en nuestras casas? ¿Los cambios producidos en la sociedad son beneficiosos? ¿A quién benefician realmente? ¿Es la voluntad del anciano la que se cumple? ¿Se consigue su bienestar? Mi objetivo únicamente es invitaros a la reflexión, dado que entiendo que las decisiones importantes deben llevar una meditación anterior y llegado el momento es bueno tener la respuesta clara.

La sociedad y las circunstancias han cambiado mucho en las últimas décadas. Mis padres cuidaron de los suyos cuando pasaron a ser dependientes, entendiendo esto como un proceso natural de la vida. Además también cuidaron de sus hijos, y en muchos casos hasta de los nuestros. En cambio ahora, muchos de nosotros vivimos lejos del entorno familiar, trabajando para poder pagar a terceras personas que cuiden de nuestros mayores e hijos. La oferta de servicios existente es variada, los profesionales sanitarios de referencia y el equipo social de base os ayudarán a conocer las opciones disponibles. Cada una de ellas ofrecerá diferentes beneficios y perjuicios según el caso. No pretendo juzgar a nadie, sólo intento constatar la realidad según yo la aprecio, invitándoos a la reflexión.

Mientras vais realizando vuestro proceso mental, yo fruto del mío, voy a ir reservando una plaza en un cohousing con mis amigas. Chicas… ¿Os apetece mi plan?

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