Hoy Jose nos habla sobre salud y educación.
Paziente Biziako tailerrak ematen hasi nintzenean, maisua izateak lagungarria izango zela pentsatu nuen, baina nire esperientziaren ondoren, beharrezkoa ez dela pentsatzen dut.
Tailerrak ematen ditudanean, nire ikasle guztiei zein ondo etorriko zitzaien osasunaren zaintzan aktiboak izatea pentsatzen dut.
Haurren osasunari buruzko adierazleak okertzen doaz Espainian eta Europan. Txikitatik Osasunarentzako Heziketa jasotzea oso garrantzitsua dela pentsatzen dut. Beraien osasunarekiko aktiboak izatea. Heziketa hau egoera desberdinei egokitua izan behar da.
Paziente Biziak zer porturatu dezake?
Txikienei egokitutako programa helburu desberdinak lortzeko oso tresna interesgarria eta lagungarria izan daiteke.
Cuando me invitaron a participar como monitor en los talleres de Paciente Activo, lo hicieron pensando en que alguien que es profesor podría hacerlo bien. Tras mi experiencia, creo que no es necesario pero ayuda el hecho de serlo.
Hago esta pequeña introducción para dar a conocer mi faceta educadora, algo que aunque uno se retire sigue ejerciéndose. Desde ahí, siempre que me toca moderar uno de estos talleres pienso en todo el alumnado que ha pasado por mis manos y lo bien que les hubiese venido todo esto de aprender a ser activo en el cuidado de la salud. Me estoy refiriendo a los pequeños y pequeñas que correteaban por el patio del colegio o la ikastola.
Sé que hay programas de salud escolar y también que a lo largo de las muchas reformas que ha sufrido la educación en nuestro Estado se ha hecho mención de la necesidad de introducir transversalmente o simplemente como asignatura esta materia.
Los indicadores sobre salud infantil siguen empeorando en España y Europa
Aunque ha sido un concepto muy adornado y utilizado. Por desgracia para todos, lo máximo que se ha conseguido es que sea una asignatura optativa más y en el último curso de secundaria. A esa edad, quizás ya sea tarde para que se tenga una formación en salud, conciencia crítica y autogestión o que pueda surtir algún efecto o evitar durante las edades complicadas de pubertad y adolescencia o en la edad adulta problemas o hábitos que luego se arrastren durante toda la vida. Los beneficios personales, y para la sociedad, que una población sana puede suponer para garantizar un futuro sostenible son incuestionables. Desde la LOGSE (1990), hasta la LOMCE (2013), hemos visto como cinco leyes distintas no han llegado aún a un consenso en materia de Educación para la Salud. En la LOGSE, al menos se incorporaron los ‘temas transversales’, que permitieron reconocer o incorporar contenidos como la Educación para la Salud, la Paz y la Educación no sexista. Pero poco se ha avanzado en articular la Educación para la Salud como una asignatura relevante. Pasar de las intenciones, a contar con un marco legal, coordinación administrativa, colaboración de los docentes y comunidad educativa, así como otros lobbies de presión, parece una meta que puede alargarse otros 25 años.
Mientras tanto, vemos como empeoran en España y Europa muchos de los indicadores sobre salud infantil. En este sentido, me refiero a todos los factores que componen la salud: física, mental, social, emocional, espiritual y medioambiental. El empeoramiento de los datos sobre obesidad, adicción temprana y dependencia, repunte de comportamientos sexistas y xenófobos, culto a la mediocridad, por poner algunos ejemplos, son claros y evidentes. No quiero ser catastrofista. Por suerte, también hay datos positivos. Aunque las Nuevas Tecnologías han generado hábitos de sedentarismo o dependencia tecnológica, también han contribuido a una nueva generación de jóvenes. Ahora estos están más interconectados, son conocedores de otras culturas y tienen mayor capacidad de toma de decisiones.
La Educación para la Salud debe ser un objetivo prioritario desde la infancia
Pero esto no quita que deben aprender desde la infancia a ser activos con su salud. También deben aprender a asimilar correctamente los cambios de su entorno, con una conciencia crítica, saludable y equilibrada. Ese, y no otro, debe ser el objetivo de la Educación para la Salud. La Educación para la Salud, si quiere ser efectiva, debe adaptarse no solo a la edad, sino al contexto social y entorno de cada centro escolar. Quizás aquí radique la complejidad y el inmenso reto que supone articular un consenso. Las matemáticas, son iguales para todos. Pero no podemos hablar de comida sana y equilibrada en un colegio donde el nivel socio-económico de los padres sea complicado. O en un entorno en el que, comprar frutas o verduras, frente a un paquete de pasta, suponga un problema de presupuesto familiar. Al menos con la LOGSE se consiguió que, según la etapa escolar, se incluyeran contenidos mínimos adaptados, pero sin que ello supusiese una asignatura más. Por ejemplo, en E. Infantil, se daba prioridad a temas sobre identidad y autonomía personal. En E. Primaria, se englobaba en Conocimiento del Medio Natural y Social, y en Educación Física. En E. Secundaria, ya existían más ramas en los que se hacía referencia a la salud. Estas eran: Educación Física, Ciencias Sociales, Ciencias de la Naturaleza, y Geografía e Historia. En el 2002, con la Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE) se añadió como principio el de ‘conocer el valor del propio cuerpo, el de la higiene y la salud. También, la práctica del deporte, como medios más idóneos para el desarrollo personal y social’. Pero tampoco se consiguió plasmar la Educación para la Salud en los centros escolares como una asignatura más, e independiente.
Y Paciente Activo ¿Qué puede aportar aquí?
El programa Paciente Activo adaptado a los más pequeños podría ser una herramienta muy válida para lograr alcanzar muchos de los objetivos que desde las distintas reformas educativas se han venidos planteando.
El motivo de mi post no es otro que llamarnos la atención a todos los que participamos en él y hacernos reflexionar sobre qué pasos se pueden dar para asegurar una infancia y adolescencia más comprometida con su salud. Ahí lo dejo.
Jose Cepero