Ez da izenburu honen azpian idazten dudan lehen aldia, eta ez da izango azken aldia ezta. Aktiboak izateko garaian berriz hastea beharrezkoa da.
Duela gutxi Paziente Biziako “Nire osasuna biziki zaintzen” tailerrekin hasi ginen.
7 astez, gaixotasunari buruzko gauzak ikasten ditugu, gaixotasuna kontrolatzeko zer egin dezakegun, elikadura osasungarriari buruzko informazioa partekatzen dugu, ariketa fisikoari buruz hitz egiten dugu, emozioak tratatzen eta kontrolatzen ere ikasten dugu eta gaixotasuna izan arren, guretzat garrantzitsuak diren jardurak egiten jarraitzearen garrantziari buruz ere hitz egiten dugu. Denbora guzti honetan ahaldundu egiten gara.
Gaixotasunak menpekotasuna ez sortzeko, aktiboak izan behar gara, gure gaixotasun kronikoa ez baita 7 eguneko hotzeria bat bezala. Bizitza osoan mantentzen da eta berarekin elkar bizi beharko dugu.
Gure gaixotasunarekiko aktiboak izateak, gure zainketan aktiboki parte hartzera eta gure osasuna mantentzen eta gure gaixotasuna hobetzen lagunduko diguten jarduerak egitea da. Askotan berriz hasi behar izaten gara eguneroko bueltaxka ematen, berriz hasten gara osasuntsuago jaten…
Paziente Biziako tailerretan, astero, egin nahi ditugun erronka txikiak proposatzen ditugu, eta zerbait lortu ezin izan badugu, kideek, zertan hutsegin dugun ikusten laguntzen gaituzte helburua lortzeko eta erronkekin jarraitzeko.
No es, creo, la primera vez que escribo bajo este título. Estoy seguro de que tampoco será la última.
Y es que creo firme y profundamente que volver a empezar no es una simple frase, ni tan sólo el título de una película. Creo que es un elemento esencial del ser activo y, especialmente, del ser proactivo.
Volver a empezar es lo que hemos hecho hace unas semanas al arrancar con una nueva tanda de talleres de Paciente Activo / Paziente Bizia.
Esta vez toca “Cuidando activamente de mi salud”, el genérico destinado a quienes conviven con una enfermedad crónica y también a quienes conviven con alguien que tiene en su vida una de estas dolencias.
Es curioso cómo llegan las personas a un encuentro con desconocidos al que son convocados por lo que socialmente es un rasgo negativo: tener una enfermedad y, casi, casi, depender de ella en el día a día.
Convocados por nuestra fragilidad y compartiéndola a lo largo de siete semanas experimentamos algo que puede sonar raro, pero que es una constante en todos los talleres en que he participado: que crecemos todos transformando esa debilidad en un motivo para aprender, desarrollar nuevas estrategias y habilidades y para (como se dice ahora empleando un “palabro” muy de moda) empoderarnos.
Emanciparnos de la dependencia que día a día puede llegar a suponer convivir con la enfermedad crónica es practicar un volver a empezar diario, afrontando la nueva jornada como una nueva ocasión de tomar las riendas de la propia vida y poner en juego todos los recursos a mi alcance para que sea yo y no la enfermedad quien decida las líneas maestras de mi vida.
La cronicidad de nuestras dolencias nos permite poner en juego el volver a empezar cada día, cada semana, cada mes… cada vez que lo necesite. Difícilmente podré volver a empezar a organizarme la vida cuando tenga un catarrazo, ya que no irá más allá de una semana con medicación o siete días sin ella para erradicarlo.
Pero mi diabetes (o tu hipertensión, o tu colesterol o tu lo que sea que tengas de forma crónica) me permiten volver a empezar una y otra vez.
Volver a empezar a dar ese paseíto diario de media hora que me ayuda a mantener el control del azúcar y evitar que desarrolle resistencia a la insulina; volver a empezar a sustituir esos hidratos tontos e innecesarios que me tomo sin darme cuenta con el café por algo más saludable; volver a empezar a …¡tantas cosas!
Poder volver a empezar, es un privilegio de los crónicos. Puede parecer irónico, pero la indeseada compañera crónica nos da posibilidad de juego.
En los talleres de Paciente Activo / Paziente Bizia practicamos el volver a empezar. Retos semanales, cosas que deseamos hacer, que ansiamos alcanzar, cosas que nos proponemos de una semana para otra y que vamos alcanzando. O no, pero si esa semana no lo he conseguido, mis compañeros (que tiene en su vida una de estas “amigas crónicas” igual que yo) me van a ayudar a volver a empezar, a ver qué ha fallado y a encontrar la forma de conseguirlo.
Es emocionante ver cómo hay ocasiones en las que alguien en un taller confronta sus vivencias con las de los compañeros y descubre que puede tener otra vida. Y que quiere tenerla. Y se lo propone. Lo descubre y decide hacerlo.
De debajo del dolor, o del desgaste que supone dedicarse a cuidar a otro cuya vida termina eclipsando la propia, o de la sensación de incapacidad que han ido generando años de creer que no hay nada que hacer salvo aguantar, o de lo que sea que pesa como una losa sobre nuestro día a día, podemos rescatar y poner en marcha una y otra vez nuestro deseo de vivir como queremos vivir.
Volver a empezar, esa es la clave.
Juan Carlos Mendizabal