Entzunak izatearen beharra. La necesidad de ser escuchados

Geroz eta pertsona gehiagok behar izaten dute beste pertsonekin hitz egitea edo gertatzen zaiena kontatzea. Daramagun bizi erritmoak asko zailtzen du hori eta askotan ez dugu gure inguruaz gozatzen.

Entzuten jakitea ez da erraza, erantzun onak edo aholkuak ematea ezta. Askotan besteengatik gauza asko egiten ditugu baina gu ere zaindu egin behar gara. Garrantzitsua da gertuko pertsonaren bat izatea gure arazoetaz hitz egiteko.

Bizitza bizi behar dugu, inguruaz, gure familiaz eta gure lagunez gozatu.

A menudo me encuentro con personas que necesitan hablar. Necesitan contar y soltar. Necesitan ese contacto, ese calor humano que tanto escasea hoy en día por nuestro ritmo de vida y por la vida en general, que hacen que muchas veces no tengamos tiempo ni para escucharnos a nosotros mismos. Muchísimo menos a los demás. Cada vez me encuentro con mas personas de diferentes edades con esa necesidad vital de hablar y de ser escuchado.

Vivimos corriendo siempre con prisa, con un ritmo frenético por unos horarios, unas fechas limites, pegados a un móvil u ordenador. Contestamos siempre con un “ahora no puedo….”, “luego si eso….”, “voy tarde….”. Se convierten en habituales haciendo cada vez más grande ese vacío en nuestras vidas, que hacen que nos perdamos momentos buenos con los que más queremos y nos impiden ver lo que hay a nuestro alrededor. Es entonces cuando la carencia, esa necesidad que os comentaba al principio de hablar y de ser escuchados, hacen que haya veces en las que notemos falta de cariño. En el momento en el que alguien se abre y nos confía sus sentimientos aun sin conocernos, el mirar a los ojos a esa persona y empatizar con el o ella, con ese simple gesto haremos mucho por los demás y por nosotros mismos. Me he encontrado veces con historias increíbles de personas mayores que en esa soledad del hoy tuvieron una vida increíble en el ayer. La parada del autobús, la sala de espera de una consulta médica, la cola en la caja de un supermercado o un banco en un parque suelen ser espacios los cuales es fácil encontrarnos a personas desconocidas, con las que podemos hablar como si se tratasen de viejos conocidos. Hay veces que no es nada importante, simplemente es sentir ese calor humano.

Saber escuchar no es fácil. Dar buenas respuestas o consejos mucho menos. Y nos suele pasar que al final estamos para todo el mundo pero luego ¿quien nos escucha a nosotros?, como eres un cascabel, que siempre sigues adelante a pesar de lo que la vida te va trayendo y eres esa clase de personas, que la gente se siente cómoda a la hora de hablar de sus cosas, al final te toca hacer como Juan Palomo “yo me lo guiso yo me lo como” aunque por suerte siempre hay alguien cercano, de nuestro entorno con el que podemos hablar y poder soltar nuestras propias mochilas. Si tu naturaleza, si tu carácter es el de saber escuchar entonces será muy habitual que te encuentres en situaciones muy parecidas y te sientas identificada o identificado con mi post de hoy.

Nos cuesta compartir mesa en restaurantes con desconocidos, o que nos hablen en el metro o en el autobús. Damos a entender no levantando la mirada del libro o de esa red social que tan enganchados nos tiene, para que se den por “aludidos” de que no nos interesa lo que nos están contando. Hay veces en las que nuestros propios hijos nos echan en cara que no les miramos, no les escuchamos ni jugamos con ellos por que nunca tenemos tiempo. Es triste que un móvil, el ordenador o cualquier otra cosa sean más importantes que nuestros hijos, nuestras parejas, nuestros seres queridos. Estar en una comida familiar o en una quedada con amistades y ver la estampa característica de los móviles encima de la mesa, o casi todo el mundo mas pendiente del WhatsApp o sus redes sociales que de lo realmente importante, que es disfrutar de ese valioso y preciado tiempo.

La vida hay que vivirla, hay que disfrutarla, hay que exprimirla al máximo. Nos perdemos muchas cosas, nos molestan muchas más. Me encanta estar con los míos y olvidarme el móvil en el bolso. Me encanta sentirme libre y escuchar a mis tías esas historias que hacen que entienda el porqué de muchas cosas de mi familia. Me divierte y conmueve el oír historias como mi abuelo de joven se subía donde fuese para echar piedras a la ventana de mi abuela y me emociona escuchar esas historias de mi familia duras de una época difícil. Me encanta saber cuales son mis raíces, quien es mi familia, de donde vengo.

Seguiré levantando la vista cada vez que alguien me hable. Seguiré mirándole a los ojos a quien tenga delante. Seguiré haciéndolo por que si con ese gesto hago que alguien se sienta bien, se sienta feliz recordando tiempos mejores, o se sienta menos sola o solo, seguiré escuchando porque quizá también a su vez esa persona pueda sacarme una sonrisa en un día gris.

Me despido con la frase de la película Titanic: “La vida es un regalo y no pienso desperdiciarla. Nunca se sabe qué cartas repartirá la proxima vez”.

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                                                                                                                                                                            Nagore Taboada.

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