Bizitza ezin dugu aurreikusi, eta gertatzen diren gauzei moldatu egin behar gara.
Gure gaixotasunaren kontrola guk eramaten dugu. Kezkak ditugunean edo gure egoera pertsonala aldatzen denean, gure eguneroko betebeharrak alde batera utzi ditzazkegu eta gure gaixotasunean eragina du.
Nire bizitzan aldaketa bat bizi izan dut duela gutxi. Aldaketek gure bizitzaren edozein eremuri eragiten die. Nire kasuan, egiten nuen ariketa fisikoan izan duen eragina partekatu nahi dut zuekin.
Orain arte gailu batekin kontrolatzen nuen egiten nuen arikera fisikoa eta konstantziarekin proposatutako helburu desberdinak lortzen joan izan naiz. Berri txarrak jasotzean, buruhauste eta kezka asko izan ditut eta aldez aurretik lortutako helburuak galtzen joan naiz.
Pixkanaka, bizitzako alderdi desberdinen kontrola berreskuratzen ari naiz.
Berri onak eta nire esperientziak zuekin partekatzen jarraituko dut.
La vida es algo que no podemos prever. Ocurren cosas, circunstancias que afectan a nuestra vida en cada momento. Debemos de saber adaptarnos a ellos.
En los talleres de Paciente Activo nos enseñan cómo nuestras enfermedades crónicas tienen múltiples factores que debemos vigilar, medicación, concienciación, gestión del estrés, actividad física, control periódico, … y todo ello lo debemos de conciliar con nuestra vida diaria.
Llega un momento en el que un cambio importante hace que todo salte por los aires. Las circunstancias cambian, nuestro estado cambia, las prioridades, los ritmos, las pautas y las costumbres se desmontan y nuestra mente se despista de su objetivo principal.
¿Cómo puede afectar esto a nuestra enfermedad? Absolutamente, primero porque el control lo ejercemos nosotros desde nuestra propia voluntad y en estos momentos la mente está en otras preocupaciones, dejando un poco “de lado” nuestra concentración en el mantenimiento de nuestras situaciones ideales. Por mucho que lo queramos, todo esto nos afecta a nuestras sensaciones y el descontrol y sobre todo, los cambios de horarios, de ritmos de actividad y descanso, la tensión de hacer frente al cambio supone un estrés que incide directamente en nuestra situación personal.
Voy a poneros mi propio ejemplo, en el que en el último trimestre de 2018 se preveía un cambio en mi situación personal que finalmente se produjo en diciembre. Quisiera mostraros mi evolución “deportiva” como ejemplo de cómo uno sólo de los aspectos que debemos gestionar en nuestro propio control de nuestras enfermedades crónicas, la actividad física, sea esta cual sea, se ve afectada:
Empecé a controlar con un programa mis niveles de actividad cuando decidí empezar a entrenar de manera continuada con un equipo practicando “running” en Enero de 2017. Hasta entonces lo había controlado de otras maneras y mi práctica era “por mi cuenta”. A partir de esa fecha, desde entonces el seguimiento de mi actividad deportiva, entrenamientos, participación en carreras, lo realizo con la supervisión de un entrenador y formando parte de un equipo que me apoyan y motivan.
Entreno habitualmente con el equipo dos veces por semana y una tercera sesión el fin de semana que llamamos “tirada larga” en la que rodamos una distancia, tiempo y ritmo marcados por el entrenador en función de nuestros objetivos personales.
En el gráfico se puede apreciar como partimos de una situación “cero” que fue subiendo hasta alcanzar ya unos niveles de entrenamientos que justificaban mi participación en pruebas “populares” de distintos niveles. Cada uno de los puntos rojos es una carrera registrada. Los dientes de sierra indican la progresión ya que no siempre se puede ir a más, hay que intercalar descansos y por medio aparecen unos fenómenos que se denominan “lesiones”. Sí, un deportista está sujeto a lesiones por múltiples factores, aunque el entrenamiento intenta reducir al máximo las lesiones, a veces nos pasamos y tenemos que recuperarnos. Empieza a aparecer entre nuestras necesidades la figura de la “fisioterapia”, profesionales que analizan las lesiones, sobrecargas y te ayudan a volver a una situación normal.
A finales de 2017 conseguí un objetivo para mi inalcanzable hasta entonces, corrí por primera vez la “Santurce-Bilbao”. El entrenamiento mereció la pena y lo conseguí. Mis constantes médicas eran excelentes y todo funcionaba perfecto.
A lo largo del primer trimestre de 2018, la progresión ya tenía un objetivo que alcancé en Abril, consiguiendo hacer por primera vez en mi vida una Media Maratón en Madrid. Eso fue ya el Súmmum. Seguido realicé otra media maratón e incluso participé en una liga de carreras e hice mi primera carrera de Trail-Running.
Después del verano las noticias no venían buenas, algo iba a cambiar mi situación y mi mente acusaba esa preocupación, aún así, los objetivos seguían cayendo con otra media maratón, otra “Santurce” y el objetivo que para mi era “mítico”, la Behobia-San Sebastián. Algo que para mi era inalcanzable, lo conseguí hacer. El esfuerzo en los entrenamientos, la experiencia del entrenador, la labor de la fisioterapia y la ayuda de mi Nutricionista junto con el apoyo del equipo y de mi familia, me llevaron hasta esa meta. En la gráfica está representado en el grupo de puntos rojos de octubre-noviembre de 2018, sin embargo, como veis, el nivel de entrenamiento mucho más bajo que en abril-julio.
Finalmente, el hecho previsto y temido se produjo, la bajada a los infiernos, la pérdida de todo lo conseguido marcado claramente entre diciembre-enero-febrero, donde poco a poco vamos retomando el control e intentando ir recuperando mi vida a una situación aún inestable.
De repente, en marzo ocurre otro posible cambio importante, otra vez los objetivos y las prioridades cambian, otra bajada hasta que finalmente el hecho no se produjo y volvemos a retomar la vida “normal” dentro de las nuevas circunstancias.
En estos momentos estamos ahora, con el control médico para no descuidar la enfermedad y aún sujeta por lo acumulado hasta ahora, retomando los entrenamientos que exigen un esfuerzo que antes no costaba tanto (la cabeza hace milagros pero también tira de ti para atrás). Volveremos a retomar el control con la Nutricionista (habíamos acordado primero estabilizar mi situación y luego meternos con ello), y seguir entrenando, con lo que de nuevo volveremos a necesitar de la fisioterapia para mantener un nivel óptimo (sobre todo sobrecargas).
Esto es un ejemplo, sólo del aspecto deportivo que me ha afectado por un cambio. No quiero contaros mis penas ni sufrimientos y los de mi familia durante este tiempo que también han ocasionado un cierto descontrol y descuido de todo, de alimentación, medicación, control de estrés, descanso, …
Espero volver a estar en una zona óptima para volver a hacer este año mis dos pruebas míticas, esa “Santurce” y esa “Behobia” que me dicen que me encuentro bien como para poder hacerlas. Tenemos tiempo hasta Noviembre para ello. Pero como todo, a pesar de todos los apoyos que recibo, todo depende de uno mismo, somos nosotros mismos quienes tenemos que tomar el control y salir del bache.
Seguiremos contando la evolución y espero daros muy buenas noticias para compartir buenas experiencias, si yo puedo, tú puedes, hay que ponerse a ello, cada uno a su ritmo y con sus capacidades y con sus circunstancias. Ánimo.
Venan Llona @vllona