Udarako oporren estresa benetakoa da. Maletak egin beharra, behar ditugun gauza guztietaz gogoratzea…
Oporrak hasi baino lehen ezin izango dugula gure egunerokotasunaz ahaztu pentsatu dezakegu. Gauza guztietaz ahaztu behar gara, erlaxatu, eta momentuaz gozatu.
Oporrak deskantsatzeko dira, hondartzan, sofan edo nahi dugun tokian etzan gaitezke, eguzki izpiez indarberritu… ez dugu hurrutira joan beharrik oporretan ondo pasatzeko. Bizi garen tokian ere hamaika aukera ditugu egun hauek aprobetxatzeko.
Gauetaz gozatu, ilunabarrak ikusi… udarako oporrak itsasoaren eta kremaren usaina bainoa gehiago dira. Oporrak, ordutegirik gabeko garaia da, guri eskeintzeko aldia, etxetik atera eta egun guztia aprobetxatzeko garaia.
Azkenean, udarako oporrak ez dira hain txarrak. Hasierako estresa desagertu egiten da eta etxera tristurarekin bueltzen gara opor egun gehiago nahi ditugulako.
Hurrengo urterarte.
…..es real y existe. Es como si no fuésemos capaces de desconectar, de descansar y disfrutar de estos días de fiesta para recargar las pilas y afrontar con fuerza la dura vuelta a nuestro cada día y al trabajo. Y es que hacer la maleta sin olvidarnos nada, conseguir que cierre sin que nos suponga un sobre esfuerzo que nos haga sudar la gota gorda subidos en ella para cerrar esa imposible cremallera es todo un reto. Hacer que nos entre todo en el maletero del coche encajando las cosas como si de un juego de Tetris se tratase, o no pasarnos en el peso de cada maleta para que luego en la facturación en el aeropuerto no nos arruine y sobretodo, sobrevivir a nuestras pequeñas fieras que parezcan que no se les agote nunca las pilas, nos puede. Antes de salir de viaje ya estamos deseando volver al trabajo pensando “menudas vacaciones me esperan”.
Es entonces cuando sentimos agobio, cansancio y nos enfadamos con todo y con todos. Hasta miramos mal a la pareja, al vecino y a la suegra. Estamos con un estrés monumental. Ya de por sí tenemos un ritmo de vida frenético yendo para arriba y para abajo siempre con prisas, con unos horarios que nunca llegamos , con el móvil que no para de sonar, el trabajo, los niños, las extraescolares…..ma-dre-mi-a. Al final todo nos pasa factura. En vez de relajarnos y disfrutar del momento, de las vacaciones y de la vida nos da por hacer todo lo contrario. Desconectar no es fácil. Y nos cuesta conseguirlo. Se nos olvida lo más importante: centrarnos en nosotros, en los nuestros y en vivir. Cuando al final logramos poder respirar y sonreír al tumbarnos en una tumbona tenemos que volvernos para casa. Pero por suerte no le pasa a todo el mundo. Y aunque nos parezca increíble hay quien en vacaciones es capaz de disfrutar y desconectar, olvidarse el móvil, del jefe y de esas incansables pequeñas fieras infantiles sin sufrir en el intento.
Las vacaciones son para eso para liberar, para soltar, para descansar de ese día a día que nos cuesta. Son para tumbarnos en una playa, en nuestro sofá o donde realmente nos apetezca y pida el cuerpo, son dejar que el sol nos active las células haciendo que la vitamina D nos salga hasta por las orejas. No hace falta viajar a otro país o a otra ciudad, ni salir de casa para tener vacaciones. Seguro que donde vivimos tiene montón de opciones y posibilidades para redescubrir donde vivimos. El río, la playa o la montaña de tu zona pueden hacer que pases unas buenas vacaciones. O las terracitas y los chiringuitos.
El caso es desconectar disfrutar de los atardeceres, de las noches de verano, de los días de libertad sin horarios y descubrir nuevos mundos con los nuestros, con nuestros hijos. El verano y las vacaciones son mucho más que el olor a mar y a crema solar. Es leer un libro, es andar descalzos, es trasnochar y no madrugar, es dedicarnos tiempo escucharnos y sobretodo es vivir. Nos invita a salir de casa, a movernos. Nos incita a patear las calles de tu ciudad o de tu pueblo. Nos ayuda a conocer gente, a relacionarnos y estamos más guapos y guapas. En definitiva las vacaciones no son tan malas y al final ese inicio estresante que nos hacía mirarlo con pocas ganas desaparecerá haciendo que volvamos a casa con pena, deseando que hubiese habido más días y con la firme promesa de que “el año que viene me lo monto mejor y disfruto desde el día -1”.
Y como dijo el cómico Robert Orben: “Las vacaciones son no tener nada que hacer y tener todo el día para hacerlo”.
Nagore Taboada.