Osasun mentala da hitz egitea gehien kostatzen zaigun osasun-atala, kasu batzuetan eta gizarte jakin batzuetan gai tabua izaten jarraitzen baitu. XX. mendearen lehen erdira arte, buruko gaixotasuna zuten pertsonei ospitale psikiatrikoetan ematen zitzaien laguntza, baina XX. mendearen bigarren erdian tratamendua ospitaleetatik kanpo ematen hasi zen, eta psikiatria komunitarioaz hitz egiten hasi zen. Osasunaren humanizazioak nahasmendu mentalari heltzeko orduan ere presente egon behar du; gizarte humanizatu batetik soilik egin ahal izango dugu aurrera berdintasunean jasotako tratuari dagokionez, errespetuan, ulermenean eta gaixotasun mentalagatiko diskriminaziorik ezan.
La salud mental es esa parte de la salud de la que más nos cuesta hablar; una gran desconocida en la que todo lo que tiene que ver con las emociones tiene cabida de forma adecuada o no adecuada en un mismo saco.
El llamado estigma que persigue a las personas que padecen enfermedad mental sigue siendo una realidad. Lamentablemente, las creencias negativas acerca de las enfermedades mentales siguen siendo frecuentes. En algunos casos y en determinadas sociedades sigue siendo un tema tabú.
Hasta la primera mitad del siglo XX la asistencia que se prestaba a las personas con enfermedad mental se hacía en los hospitales psiquiátricos existentes, que asilaban a sus pacientes manteniéndolos recluidos entre sus muros.
Ya en la segunda mitad del siglo XX, con la llegada de la guerra y los trastornos mentales que aparecen entre parte de la población sana como consecuencia de la misma, se produce un aumento en la demanda de atención psiquiátrica y una disminución en el modelo de asilamiento existente hasta entonces al empezar a mantener a dichos pacientes integrados dentro de la sociedad. Además, el desarrollo de la psicofarmacología abre nuevas luces en la forma de abordar el tratamiento a recibir, fuera ya de los hospitales y del modelo de internamiento.
Comienza a hablarse de la Psiquiatría comunitaria, que ya desde los años 90 ha pasado a ser una realidad al tratar los trastornos mentales desde un abordaje ambulatorio y comunitario.
Sin embargo, y pese a todo, el estigma y las creencias negativas siguen estando presentes en la sociedad de nuestros días. Las personas que lo padecen sienten que la incomprensión en algunos casos les acompaña.
Es sabido que si algo necesitan las personas con trastorno mental grave es una gran dosis de comprensión y reconocimiento social. El abandono del tratamiento está en ocasiones detrás de actitudes negacionistas y de aislamiento.
La humanización de la salud debe estar también presente en el abordaje del trastorno mental, porque la atención a estas personas requiere grandes dosis de empatía, respeto, actitud ética y profesionalidad. Como individuos que formamos parte de una sociedad avanzada debemos respeto y comprensión con nuestros semejantes, sea cual sea la enfermedad de la que se trate.
Los profesionales de la salud deben potenciar al máximo los valores que los definen, y deben prestar una atención humanizada y sustentada en los mismos, además de velar por el respeto a los Derechos Fundamentales de cualquier individuo en situación de enfermedad y vulnerabilidad: el derecho a la autonomía, la intimidad y la confidencialidad.
Sólo desde una sociedad humanizada podremos avanzar en la igualdad en el trato recibido, en el respeto, la comprensión, y la no discriminación por razón de enfermedad mental.
Sirvan estas líneas para invitar a la reflexión, a pensar qué puedo hacer yo como miembro de la sociedad en aras de una actitud humanizadora con los demás, en especial con los más frágiles, los más vulnerables.
Izaskun Antúnez