Escucha activa

Elena Resines

 

Estamos terminando un taller. Falta  la última sesión, la de despedida o mejor  la de hasta pronto. Todos nos hemos hecho cómplices y si no amigos-amigos, estamos en la misma onda, nos une  una experiencia común. Si nos encontramos, tendremos de qué hablar, tal vez nos veamos a menudo y ese aprendizaje entre  iguales en que nos hemos acompañado  nos permita  mantener una relación de aliados que nos refuerce y fortalezca en  el objetivo común de  cuidarnos y ser proactivos en nuestra enfermedad.

Si pasa un tiempo  sin vernos y no recordamos nuestro nombre, – ya no llevaremos la pegatina que nos lo facilita – sabremos que tenemos confianza para preguntárnoslo. Hemos pasado suficientes horas juntos compartiendo experiencias, podemos considerarnos cercanos y eso os permite ciertas licencias. Al menos eso les comentaré  yo cuando terminemos el taller. Porque a mí lo de recordar nombres….

Esta semana ha sido la sesión 6 y hemos hablado de comunicación. Siempre sonreímos y nos reconocemos en esas frases  que usamos como ejemplo, los mensajes tú. Nos sorprende saber  que hablando desde la emoción,  desde el cómo me siento , y  exponiendo el problema sin reproches, con respeto ,conseguimos mejorar la comunicación, las relaciones , evitar problemas , incluso desbloquearlos. Usemos los mensajes yo. Es la magia de la buena comunicación. Pero cuesta, estamos acostumbrados  a una comunicación más  agresiva, a veces incluso insolente.

Al llegar a esta sesión se nota que los participantes estamos a gusto, nos tratamos con familiaridad, ya se comenta que terminaremos pronto, da pena, nos hemos relajado,  se bromea entre quienes hace unas semanas no se conocían. Somos todos iguales, es lo que decimos del programa: Educación entre iguales, aprendemos todos de todos.

Hablábamos pues de comunicación y a José ,que es de palabra fácil , pregunta con frecuencia, cuestiona y  participa constantemente, siempre respetuoso , le interrumpo en uno de sus discursos y me dice ¨¡ oye , que tú también tienes que escuchar, aplícate lo que dices, déjame terminar” , con cierto aire irónico, y le digo tengo que reconocer que tienes razón , es uno de mis defectos y además conocido, pero me puede el impulso, esa retahíla interna de sucesión de  ideas para que no se me vayan , que tengo que decir esto…  y lo lanzo y me pierdo  lo que está diciendo el otro.

Otro propósito que tendré que practicar semanas  y semanas: Escuchar y dejar terminar. Mantener la mente quieta, no pensar, dejarla descansar, apagarla si es posible, dominarla y que ella no me domine. Practicar para ello, respirar profundamente, controlar mis pensamientos   y enfocarlos en positivo, cuando toque y no al escuchar al otro. Escuchar activamente, con empatía, no oír.

Tendré que tener muy presentes los Obstáculos para una buena comunicación y las habilidades de comunicación.

Propósito: Practicar la escucha activa:  me focalizaré en la persona que habla y que me quiere comunicar algo, la escucharé no solo con los oídos, sino con todos los sentidos, sin interrumpir, aunque no esté  de acuerdo, mostraré atención además con mi cuerpo, bloquearé mis ruidos internos y me centraré en la otra persona. Trataré de ver las cosas como me las cuenta, comprendiéndola, siendo consciente de lo que cuenta  y  demostrándole que la escucho. De esa forma  confiará en mí y sabrá que la valoro.

Este es mi propósito, lo practicaré dos veces al día, todos los días, una de ellas con alguien de mi familia. Con un grado de seguridad de un 9.

¿Alguien va a recordármelo y me va a preguntar si lo he cumplido o no?

 

 

El arte de escuchar

Recientemente he leído que escuchar a otra persona es regalarle un espacio para expresarse, para compartir, para crear por encima del sonido de tu propia voz que busca su protagonismo….., no puedo estar más de acuerdo¡¡.

Escuchar es un arte… y se puede cultivar..

Y no solo hablo de escuchar a los demás, hablo también de escucharte a ti mismo, que tiene aún más poder, ya que puedes entender, entenderte y darte cuenta.

En tu entorno más cercano, conoces a alguien que escuche? Alguien que sepa esperar con más o menos paciencia a que el otro termine de hablar?. Si reflexionas es dificil mantener una conversación de escucha ya que estás pensando -mientras supuestamente escuchas- lo que vas a responder, creando al final mas bien una mezcla de dos monólogos, el mío y el de enfrente, y así no hay conexión posible, es como si cada uno hubiera decidido ya tener razón -su razón-  y esperar nuestro turno para “argumentarla” y “demostrarla”.

También hay veces que usamos las palabras simplemente para llenar un espacio. ¿A quien no le ha pasado sentirse incómodo entre dos personas -o más- en silencio y hablar de lo primero que se pasa por la mente para llenar ese vacío?, es como si pensaras “dí algo para interrumpir ese momento incómodo y tapar el sentimiento que pueda haber detrás y así no me escucho a mi tampoco”.

Pues es fascinante lo que se puede llegar a sentir escuchando, haciendo de esto un propósito diario.

Este es otro gran tema que tratamos en los talleres junto con la comunicación.

Os dejo con una fábula que habla por si sola…

El joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa de éste y le dice:

  • Oye, maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia…….
  • !Espera¡ -lo interrumple el filósofo- ¿ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
  • ¿Las tres rejas?
  • Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
  • No. Lo oí comentar a unos vecinos…
  • Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme ¿es bueno para alguien?
  • No, en realidad, no. Al contrario..
  • ¡Ah, vaya!, la última reja es la necesidad ¿Es necesario hacerme saber esto que tanto te inquieta?
  • A decir verdad, no.
  • Entonces -dijo el sabio sonriendo-, si no es verdadero, ni bueno ni necesario, sepultémoslo en el olvido.

Existen  ejercicios muy buenos para aprender a escucharnos y escuchar, os voy a proponer uno, que es simple aunque dificil: Pasar una comida entera en la misma compañía que habitualmente – ahora que estais de vacaciones resultará más “sencillo”-  en SILENCIO TOTAL,  solo escuchar el sonido de los cubiertos, del pan al cortarse, del vaso al llenarse, de la servilleta, de la respiración, agudizaremos los sentidos porque estaremos más atentos. Seremos mucho más conscientes de como comemos, de como masticamos si es que lo hacemos en lugar de “engullir”. Nos entrará la risa, es posible, no pasa nada, reiros, y luego valorar como os sentís. Descubrireis  muchas sensaciones en las que no suseles reparar en tu día a día..

Ya me direis que tal, es un pequeño propósito para estas vacaciones, un día en el mes, o a la semana, poco a poco y recordar que una de las claves principales para establecer los propósitos es QUERER HACERLOS, aunque sea por curiosidad….

Yo tengo puesto en el movil una frase muy locuaz para mí: “muérdete la lengua”…….

Ani Galende

Comunicando…

Parece que tengo una mente diseñada para el drama. Hoy he llegado sola a casa dejando a mi hija con mi marido en el barrio, pretendía darme una ducha  y eso hice, tranquilamente y sin prisas. Al salir del cuarto de baño oigo que me suena el móvil y al  cogerlo veo en la pantalla que es mi vecina de enfrente – de EN- FREN -TE y la única que tengo en la planta –  desde su móvil, descuelgo y oigo la voz de mi hija bajito preguntándome que si estoy en casa, – hacía media hora escasa que les había dejado – me bloquea el MIEDO y lo primero que me viene a la mente es – ¿que ha pasado?, porqué me llama desde el móvil de mi vecina?, !si acabo de dejarlos¡, !algo le ha pasado a mi marido¡- entro en pánico porque además en mi casa no tengo buena cobertura, eso ya me pone de los nervios y más en esa situación-  mi hija no me oía y repetía constantemente lo mismo, “¿estás en casa?”, yo veía  ya el accidente de su padre, “le ha pillado un coche y la vecina lo ha visto todo..”,  bueno, y la escena con todo el drama también, adelantándome y además con malas noticias absolutamente injustificadas, !!terrible¡¡, ¿no creeis?.

¿Como reacciono?, pues después de ver el hecho en sí, creo que podía haber gestionado mejor la situación, que ahora leyéndola resulta hasta cómica, pero como suelo hacer cuando tengo miedo, me enfado, esta vez con mi hija que lo único que hizo fué llamar al timbre de la vecina al ver que yo no le abría la puerta, ella en ningún momento está enfadada ni chilla ni molesta – podría aprender de ella, la verdad – pero yo me pongo a regañarla diciéndole que porqué ha tenido que llamar a la vecina, que donde estaba su padre, etc……, o lo que es lo mismo, haciendo un drama de la nada…Leí una vez que las palabras son MAGIA, y pueden ser magia NEGRA o magia BLANCA en función de como las uses, ¡que gran verdad¡, ya puedes tener el parloteo en la mente que le darás aún más poder si lo llevas a las palabras, como suelo decir,  la magia negra es como si escupieras veneno contra el que toque…

La mente juega malas pasadas de forma constante, un parloteo contínuo que si dejamos vencer, puede llevarnos a situaciones complicadas. Existen técnicas efectivas para gestionarlo y poder darle la vuelta. Por ejemplo en la misma situación descrita, cuando descuelgo el móvil y oigo a mi hija y me vengan todos esos pensamientos, ayuda mucho pararse y contar – cerrar los ojos, no pasa nada, nadie te está viendo y así consigues mayor enfoque en lo que quieres lograr, que es calmarte –  igual que antes de discutir o de enfadarse, pararse e irse o alejarse en un momento dado justo antes de que explotes si ves que  no vas a poder gestionar bien la situación, hay personas que llevan ese temple en los genes, y hay otras que no tenemos esa suerte y tenemos que cultivarlo, que se puede y es muy recomendable.

Después de calmado, cuando aparecen esas visiones catastróficas, también serás capaz de razonarlas antes de que ellas te venzan,  las visiones vienen con la misma fuerza, pero tú no le dás la misma importancia.

Cuando entra mi hija por la puerta, ya en calma, se dicen las cosas de otra forma, primero ESCUCHAR lo que el otro tiene que decir,  por supuesto sin interrumpir, ¿como podría fluir la comunicación si no escuchamos?, y cuando acaba se le explica con buen tono y buenas palabras, otra forma de hacer las cosas en una próxima ocasión. Una buena manera sería explicarle ante todo como me he sentido yo al escucharla, y luego expresarle los motivos sin ataques y sin juzgarla, si hablamos desde nuestro sentir y no  desde el otro – ¿porqué has llamado a la vecina? En su lugar usar “he sentido miedo cuando te he oido en el teléfono y me asusté”….

La comunicación es uno de los contenidos que tratamos en los talleres de Paciente Activo, y hablamos de diferentes técnicas para que sean productivas.

A todo esto podeis preguntaros que si las sé, porqué no me las aplico.., pues aún no os he dicho lo que hice cuando llegó mi marido un rato después, supuestamente !todo lo había enredado él¡, pues conseguí hacer lo que os he descrito, decirle sin levantar la voz, la que se había liado y con todo el amor del que fuí capaz, darle la alternativa de que se podría haber arreglado simplemente con dejarle las llaves a la niña……., además !!yo también estoy aprendiendo¡¡..

Ani Galende

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