ETA NIRE GAIXOTASUN KRONIKOAREN KUDEATZAILE BIHURTUKO NINTZEN (I) /ME CONVERTI EN EL GESTOR DE MI PROPIA ENFERMEDAD CRONICA (I) 

Lehenengo aldiz abisatu zidatenean etorkizunean 2. motako diabetesa izateko aukera nuela, pilak jarri nituen ariketarekin, emazteak belarrietatik gimnasiora eraman ninduen eta indar handiz hasi nintzen. Azkenean, spinning-a egiten ari nintzen gym-ean, korrika (nire abiaduran, batez ere trostan ibiliz), bizikletaz irteten eta igeri egiten, triatleta baten antzera sentitzen nintzen.

Lan berezia egiteko aukera iritsi zitzaidan, eta horrek dedikazio eta intentsitate handia ekarri zidan, eta horretan murgildu nintzen. Nire 2. motako diabetesak agerraldia egin zuen eta medikazioarekin hasi nintzen ohiko tratamenduaren bidez (ahoko metformina).

Paziente Bizia-Paziente Activo plataformaren tailerretara joan nintzen eta neure gaixotasun kronikoaren kudeatzaile izaten hasi nintzen. Berriz hasi nintzen ibiltzen, baina gehiago eskatzen nion nire buruari, eta, orduan, bigarren aldiz nire bizitzan, berriz ere korrika egiten hasi nintzen. Jada lortu nuen ohiko herri-lasterketak egitea, orain gauzak serio jartzen hasi ziren, eta hurrengo mugarria 16 km-ko Santurtzi-Bilbo izan zen, eta lortu nuen egitea. Niretzat balentria bat izan zen…

Cuando me avisaron la primera vez de mi posible evolución hacia una futura diabetes tipo 2, me puse las pilas con el ejercicio, mi mujer me llevó de las orejas hasta el gimnasio y empecé con mucha fuerza, progresivamente. Primero en la bicicleta estática, luego en la cinta caminando, luego me animé a una máquina que llamaban elíptica y di el salto a la bicicleta de spinning. Esto me animó y empecé a participar en clases colectivas de spinning haciendo un montón de amigos que me animaban y que me motivaban en mi esfuerzo.

Un día le pregunté al monitor a ver si pasaba algo si intentaba correr (trotar) en la cinta, y si estaba atento por si me pasaba algo. No pasó nada, me sentí respaldado y protegido, lo intenté y funcionó. Me enseñó a ponerlo muy suave y a estar poco a poco, poca velocidad y poco tiempo, cambiando entre caminar y trotar.

Esto me fue animando y un día decidí salir a trotar en la calle. No tenía nada que ver, el peso el impacto contra el suelo, pero poco a poco empecé a hacerlo.

Me compré unas zapatillas especialmente amortiguadas para no causar daños en mis articulaciones y fui poco a poco haciendo tiradas más largas. A la vez, salía con un amigo que hice en el gimnasio con la bici a hacer carretera juntos, hicimos unas cuantas salidas. Entre los dos nos motivábamos.

También era el tiempo en el que llevaba a mi hijo a la piscina a los cursillos de natación, pues en vez de estar sentado junto a la piscina esperando durante el cursillo, me metí al agua y empecé a hacer largos.

Al final, estaba haciendo spinning en el gym, corriendo (a mi velocidad más bien trotando), saliendo en bicicleta de carretera y nadando, me sentía como un triatleta.

Mis analíticas volvieron a niveles normales, ni atisbo de una posible diabetes.

Llegó una oportunidad de trabajo especial, que me supuso mucha dedicación e intensidad y me volqué en ello, resultado, mis esfuerzos en la actividad física se transformaron en esfuerzos mentales en mi trabajo y consecuentemente, mis previsiones anticipadas por el endocrino se hicieron realidad. Mi diabetes tipo 2 se manifestó y comenzó la medicación mediante el tratamiento habitual, metformina oral.

Acudí a los talleres de Paziente Bizia-Paciente Activo y me convertí en el gestor de mi propia enfermedad crónica. Empecé de nuevo a andar, pero me pedía más, con lo que, por segunda vez en mi vida, comencé a correr de nuevo. La vez anterior había conseguido hacer por primera vez en mi vida una carrera de 10 km, la HerriKrosa en Bilbao. Ahora el objetivo era poco a poco volver a adquirir el nivel necesario y a su vez notar la mejoría en mis analíticas.

Cuando ya tuve un poco de fondo físico y estadio cardiovascular suficiente, me apunté a un grupo de Running del Ayuntamiento y empezaron mis actividades de running en grupo. Estuve una temporada completa con el grupo del Ayuntamiento donde hice mis primeras amigas (siguen siéndolo ahora). Yo era el último siempre del pelotón, pero a mi ritmo, insistía y seguía.

Al terminar la temporada se creó un nuevo grupo esta vez diferente de el del Ayuntamiento y me apunté a él. Hable de ello con mi prima que quería hacer algo y no se atrevía porque tenía miedo al asma y nos apuntamos juntos. Disfrutamos de un nuevo grupo en el que de nuevo yo era la cola del pelotón, pero siempre seguíamos e insistíamos e hicimos otro grupo estable y cohesionado. Este grupo también terminó y decidimos mi prima y yo apuntarnos a un nuevo grupo recientemente creado liderado por un entrenador profesional de running.

Empezamos en verano, de madrugada, entrenando en la fresca antes de ir a trabajar, fue una gran experiencia. Al llegar septiembre, cambiamos el grupo y empezamos a entrenar por las tardes, después del trabajo, que nos venía mejor, pero seguimos.

Las carreras populares de 10 km se iban sucediendo y allí coincidía con todos los amigos que llevaba haciendo desde que empecé. Cada una va a su ritmo, vamos juntas al evento, nos preparamos, corremos, nos ayudamos, tiramos unas de otras, hay una amistad y cohesión y la satisfacción de llegar a meta y cumplir con nuestra ilusión, sufrir si no nos encontramos bien, volar en el éxtasis cuando superas tu marca y crees flotar sobre el asfalto.

Ya había conseguido hacer las carreras populares habituales, ahora ya las cosas se empezaban a poner serias, el siguiente hito fue la Santurtzi-Bilbao, de 16 km y conseguí hacerlo. Para mí fue una proeza y cayó una de las «míticas para mí».

El siguiente objetivo ya estaba en el punto de mira, una media maratón. Los 21 km son algo serio, muy serio y la preparación fue acorde. Lo importante no es hacerla, sino disfrutar preparándola y mejor en compañía. Organizamos en el grupo una «primera vez» para unos cuantos de nosotros y nos fuimos a estrenarnos en la Rock&Roll Maratón de Madrid. Allí, en pleno Paseo del Pardo conseguí realizar mi primera «Media» fue un momento increíble.

Después fui participando en otras «medias» hasta que llegó la culminación con otra mítica, «La Behobia». No llega a 21 km, pero es como una media con esteroides y una de las pruebas populares más queridas de nuestro entorno. La preparamos, la organizamos y una vez más, fue la primera para unas cuantas personas del grupo, fletamos un autobús, fuimos, corrimos y volvimos juntos con una comida en una cervecera celebrando la experiencia. Era un momento agridulce, la experiencia fue única, pero las cosas en el trabajo no iban bien. El 21 de diciembre de 2018 tuve que dejar la empresa en la que había trabajado los últimos 30 años. Tu mundo se desmorona, toca reinventarse, hasta verano finalizando los proyectos que llevaba entre manos, pero ahora como autónomo, y a partir de verano en un nuevo proyecto empresarial que creamos mi socio y yo.

A finales de 2019, una nueva oportunidad de afianzar la apuesta de la nueva empresa en una nueva especialidad laboral, pero conllevaba estar cuatro meses en una ciudad a 100 km de la mía. De lunes a viernes en un hotel, el fin de semana en casa. Aunque mi intención era seguir manteniendo un nivel de actividad, el nuevo trabajo no me dejaba muchas fuerzas para lo «físico», que se convirtió en una segunda prioridad de nuevo.

Al terminar el trabajo y volver a casa, apareció un nuevo fenómeno, la pandemia. Continuará…

Venan Llona

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